sábado, 8 de febrero de 2020

EL MONSTRUO

WARNING WARNING
Esta reseña puede contener spoilers, por favor, leed primero el cómic y después la reseña (vamos, lo lógico y normal, pero quien avisa no es traidor...)

Vale, ¿lo habéis leído ya? Que empezamos, ¿eh?

Ahora sí que sí, ¿eh?

Que va... se viene...

3...

2...

1...

Hoy traemos la reseña de otra historia corta "El Monstruo" de Ken Niimura. Ken Niimura nos demuestra con este cómic y con el que vimos en el número anterior (El Examen) que con pocas palabras y a base de dibujos muy bien logrados y expresivos, se puede entender una historia a la perfección.

En esta obra, vemos que un simple gesto de amabilidad puede cambiar hasta al hombre más roto del mundo. Éste es un concepto precioso y muy difícil de creer debido a la situación mundial actual en la que cada uno mira por sus intereses sin tener en cuenta a los demás. Sin embargo, por la forma en la que queda desarrollado en apenas unas páginas, me lo he creído, es perfectamente posible.

Un hombre que se dispone a hacer algo moralmente incorrecto, no hace más que sufrir desgracias (¿Karma? Tal vez), camina por un prado enorme y justamente pisa un cepo (¿Casualidad? No lo creo). El noble e insignificante gesto de un niño, le golpea de bruces con la realidad, le hace replanterase su vida y a su vez, le hace recapacitar sobre la misma hasta llegar a una conclusión: Esto no puede seguir así.

El hombre cuya víctima le tacha de monstruo (por lo tanto, podemos intuir que su acción criminal no empieza ahí, si no que ha llevado una vida bastante turbia desde hace tiempo), decide redimirse y agradece al muchacho su pequeña acción que desde luego ha causado un gran impacto en él.

Lo que me encanta de este cómic es sin duda cómo evoluciona la expresión del hombre a lo largo de la historia, y es que antes de que el niño tuviera ese gesto con él, su mirada era despiadada y sus movimientos muy bruscos y cargados de una tensión evidente, sin embargo, después de eso todo cambia, se vuelve tranquilo y apacible y se intuye que está en paz consigo mismo.
















                                  
Como broche de oro para crear una historia redonda, me encanta el hecho de que al muchacho se le muestre como la inocencia, la bondad, pero que al final de la historia se descubra que él mismo es el que ha provocado esa situación. Me planteo si puso a propósito la trampa para que ese hombre en concreto cayera y decidiera dejar libre a su víctima o si en realidad, el muchacho simplemente se divierte al ver que sus trampas son efectivas, independientemente de quién cae en ellas.

¿Qué habrá detrás de esa sonrisa?

La verdad es que este planteamiento me tiene en vilo porque si se diera el primer caso, mi concepción sobre él cambiaría drásticamente, pasaría de ser un niño juguetón (con una forma de divertirse un poco cuestionable, todo sea dicho) a ser una verdadera mente maestra con apariencia de criatura inocente... y en ese caso, tampoco podría dejar de pensar en la relación entre el muchacho y la mujer atrapada, porque si tiende la trampa con el objetivo de que ELLA quede libre, probablemente es porque tienen algún tipo de relación o simplemente se conocen.

En fin, en apariencia una obra sencilla pero en realidad, una obra plagada de posibles que me tiene todo el día pensando en ella...

Sara 👽

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