En esta entrega nos centramos prácticamente en el escuadrón de Lilium, que arranca con un sueño inquietante que no tarda en traducirse en una decisión drástica: cambian de rumbo y dejan atrás al equipo Omega. Aunque parecía que todo el grupo iba a mantenerse unido tras la tempestad, es Lilium quien finalmente decide romper filas. Si lo sabía yo... ¡alguien iba a abandonar a alguien!
Entre las secuelas de la batalla ultraviolenta, el equipo ha logrado algo impresionante: han generado un aurial a partir del eckho, una especie de arma megapoderosa y antieckhos que, por si fuera poco, tiene forma de cogollo. Noha, con ese tono casi místico que le caracteriza, afirma que “han devuelto el verde al desierto”... y sí, sabemos perfectamente a qué se refiere.
Pero no hay verdadera sensación de victoria. La calma que sigue a la tormenta se siente pesada, cargada con las auras de quienes cayeron. El ambiente es denso, casi fúnebre.
El equipo de Lilium se encuentra entonces con el druida en la cárcel y le lee la mente, y así descubre lo que el equipo Omega ha hecho. Pero en lugar de buscar reunirse con ellos y aunar fuerzas para llegar a la Torre... deciden que deben encontrarlos para juzgarlos. Ahora no los consideran aliados, sino posibles traidores a los que hay que condenar. Mira Lilium que solo te queda Balberk de tus antiguos amigos, piénsate si quieres condenarlos, que te vas a quedar más sola que la una.
Se avecina conflicto, y no sólo contra los eckhos... sino entre los propios miembros de Gryphoon. No acabamos una y ya nos estamos metiendo en otra... típico de Luis.
Sara 👽
No hay comentarios:
Publicar un comentario